Al referirse el padre Sahagún a los ‘aderezos’ que usaban los señores en la guerra menciona varios tipos de escudos o rodelas: “llevaban una rodela con un círculo de oro por toda la orilla, y el campo de la orilla era de pluma rica, colorada, verde, azul, etc.; y de la parte de abajo, del medio abajo, por la circunferencia llevaban colgados unos rapacejos hechos de pluma rica, con unos botones, y unas borlas todo de pluma […]
Y otra manera de rodela con pluma rica que se llama xiuhtótotl, y en el medio de ella estaba un cuadro de oro; […]
Usaban otra manera de rodela hecha de plumas ricas, y el centro de ella era de oro, redondeo, labrado en él una mariposa” (Op. cit., 1975, Lib. VIII, Cap. XII, p. 461).
“Algunos de estos escudos incluían grecas, como el llamado quetzalxicalcoliuhqui. La greca, diseñada en verde sobre fondo amarillo, ocupaba el espacio de la rodela. De ésta salía una serie de plumas amarillas que remataban en la parte inferior con una especie de banda roja, de la cual se desprendían pequeñas plumas verdes y amarillas.
Con un diseño de tres medias lunas, probablemente de oro, sobre fondo verde y con tres franjas circulares amarilla, roja y verde que servían de base a otra media luna, se identificaba a la rodela quetzalcuexyo, de la cual se desprendían hacia abajo largas plumas amarillas, rematadas con plumillas amarillas y verdes.
Un tercer chimalli tenía como motivo central un triángulo negro con dos pequeños rectángulos en la parte superior, y sobre fondo azul o rojo, círculos y triángulos de diferentes colores. Otros motivos más complicados incluían en su parte central una garra de águila identificada como cuauhteponyochimalli.
No es raro que estos escudos tuvieran incrustaciones de oro y conchas. Llegaban a ser verdaderas obras de arte donde se plasmaban figuras excepcionales. Tal es el caso del chimalli de Tepetlaoztoc, en el que se representó a la diosa Xochiquetzal en forma de mariposa […]
El tributo en escudos de guerra que llegaba a Tenochtitlan era de más de 450 piezas anuales y provenía de prácticamente todas las regiones sometidas.” (Mohar, Manos Artesanas, 1997, pp. 102-103).
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