Al referirse el padre Sahagún a los atavíos del dios del agua, Tlaloc señala lo siguiente: “tiene la cara teñida de negro, untado de negro el cuerpo. Su pintura facial con motas como si fueran granos de salvia. Su chalequillo de tela de rocío; su capacete de plumas de garza, colocado sobre la cabeza; su collar de piedras verdes finas. Tiene ceñidas las caderas con un tejido como de columnillas, y tiene su manto. Hay puestos en sus pies sonajas y cascabeles; tiene sus sandalias de espuma (algodón flojo y blando). En su mano, un escudo con un nenúfar, y en la otra un bastón de junco grueso.” (op. cit., 1975, p. 886).