Se les empleaba como parte de los correctivos aplicados a los muchachos desobedientes o transgresores. A lo largo de la tercera sección del mendocino se les encuentra de manera especial en el contexto de la educación formal que se recibía en el calmecac y el telpochcalli. Cuando un muchacho transgredía las normas se le aplicaban por todo el cuerpo como una manera de mortificar a la carne y fortalecer el espíritu.