“En el Códice Mendocino se ilustra el método de hilado de algodón con huso y malacate. Varios cronistas hacen referencia a la greda o tizatl que usaban las mujeres para hilar: se trata de la cal que aún hoy en día se coloca en el recipiente donde se gira el huso para facilitar la rotación. Malacates de barro de diversas formas y tamaños, cónicos, bicónicos, esféricos y elipsoidales, son comunes en contextos arqueológicos, sobretodo del Posclásico, y poco frecuentes en periodos anteriores, tal vez porque eran de madera y no se conservaron. Los malacates pequeños y ligeros se utilizaban para hilar algodón y obtener hilo muy fino, mientras que los más grandes y pesados eran sobre todo usados para hilar fibras duras, obteniéndose hilos más gruesos y toscos.” (Mastache, Guadalupe, “El tejido en el México Antiguo” en Arqueología Mexicana, Enero – Febrero de 1996, Vol. III, Núm. 17, p. 22)